Buscando leones en las nubes 02-06-2025 2t123x

Hola, buenas noches. Alberto Sansegundo, como director y realizador de Buscando Leones en las Nubes, os da la bienvenida a nuestro espacio, proponiéndoos, como cada lunes, una nueva selección de textos y canciones para conformar con unos y otras una hora de radio que pueda resultaros sugerente.

En este ciclo final de la temporada, al que dimos comienzo hace 15 días y que estará integrado en su totalidad por 7 emisiones centradas en textos breves de diferente origen, artículos periodísticos, relatos literarios o fragmentos de novelas y entre sacados de lecturas personales más o menos recientes, hoy os traigo un magnífico cuento, emotivo y muy bello, y abierto también a muy jugosas reflexiones sobre la vida, las ilusiones y los anhelos, los miedos, el deber y la culpa, el desencanto y el fracaso, las esperanzas y el amor, el ilusionado atrevimiento y la poderosa fuerza de la costumbre, entre otras.

Se trata de Evelyn, un relato de James Joyce, aparecido por primera vez de manera autónoma en 1904 en una revista, The Irish Homestead, y con su autor encubierto bajo un pseudónimo, Stephen Dedalus, y publicado por fin, 10 años después, en 1914, incorporado ya al libro Dublineses, a mi juicio una obra maestra, de la que os hablé en extenso, hace algunos meses, en mi otro espacio de Radio Universidad de Salamanca.

Todos los libros un libro.

Aunque voy a leeros el cuento íntegro, de modo que su correcta comprensión no requiere de ninguna explicación o comentarios previos por mi parte, sí anticipo que en él, una muchacha, la Evelyn del título, se ve atrapada entre el deber que la ata su familia en Dublín y el deseo que la impulsa a huir con su amante hacia esa América que en la época representaba para muchos irlandeses el prometedor anhelo de una vida mejor.

Para acompañar la conmovedora experiencia de la joven, he decidido que sean 14 algo tristes y también bellísimas piezas de jazz vocal de los años 30 y 40 del pasado siglo, no estrictamente acomodadas, pues, al contexto temporal del relato, las que compongan la banda sonora del programa, de las magníficas interpretaciones, intensas, delicadas, elegantes y llenas de sensibilidad de algunas de las más destacadas voces femeninas de aquella época.

Estoy seguro de que la combinación de la melancólica belleza del texto de Joyce y el lamento siempre nostálgico de las canciones elegidas os va a entusiasmar.

Se sentó al lado de la ventana y contempló cómo la noche se apoderaba de la venida.

Apoyó la cabeza en la cortina y el olor de la cretona polvorienta le impregnó la nariz. Estaba agotada.

No pasaba casi nadie.

El hombre que vivía al final de la calle volvía a casa.

Oyó el seco ruido de sus pisadas sobre el pavimento de hormigón y su crujido, después, en el camino de ceniza que había delante de las viviendas nuevas del ladrillo rojo.

En otro tiempo aquello era un descampado donde jugaban por las tardes con los niños del vecindario.

Luego un hombre de Belfast compró el solar y construyó casas, no pequeñas y marrones como las suyas, pero de ladrillo rojo y tejados brillantes.

Los niños de la venida jugaban juntos en ese descampado, los Devine, los Water, los Dan, el pequeño Keith, el Tullido, sus hermanos y ella.

Ernest, sin embargo, nunca jugaba.

Era demasiado mayor.