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Meditaciones diarias
1917. Madre de la Iglesia (EDITADA2)

1917. Madre de la Iglesia (EDITADA2) 282d2h

9/6/2025 · 22:06
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Meditación en la fiesta de la Bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, instituida por el papa Francisco en febrero de 2018. En el Evangelio la contemplamos al pie de la Cruz, recibiéndonos como hijos a todos los cristianos. Historia de la imagen de la Virgen, Madre de la Iglesia, de la plaza de San Pedro. ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/874295 4w5x7

Lee el podcast de 1917. Madre de la Iglesia (EDITADA2)

Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.

Por la señal de la Santa Cruz de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes, te adoro con profunda reverencia, te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía inmaculada, Madre de la Iglesia, San José mi Padre y Señor, ángel de mi guarda, intercede por mí.

Hoy celebramos la fiesta de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia. Es una fiesta muy reciente porque la instituyó el Papa Francisco con un decreto de febrero de 2018, primer lunes, después de la fiesta de Pentecostés. Es cierto, Señor, que ya había pues una gran devoción anterior, se invocaba a la Virgen con este nombre, Madre de la Iglesia. San Agustín, por ejemplo, nos decía que la Virgen nos ha engendrado a la vida nueva con su caridad.

Y San León Magno, pues le gustaba decir que si la Virgen es Madre del Cuerpo, también lo es de los . Cristo es el Cuerpo, nosotros, la Iglesia, es el Cuerpo de Cristo, por tanto también es Madre nuestra. El título como tal fue acuñado en 1964 por Pablo VI en la clausura de la III Ascensión del Concilio Vaticano II. Había habido un poco de discusión sobre si se podía decir entre teólogos que la Madre, que la Virgen era Madre de la Iglesia.

Y Pablo VI lo zanjó pues en aquel discurso, declarando a la Virgen, pues Madre de la Iglesia. Vamos, declarando, es absurdo, reconociendo a la Virgen pues algo que ya era. Es más bien un defecto por nuestra parte el no saber todos los títulos de la Virgen. No concedemos ningún título a la Virgen nosotros. Ella los tiene porque se los da Dios y ya luego nosotros los reconocemos. San José María, en esa homilía de Amigos de Dios, tiene unas palabras que siempre me han gustado mucho, siempre me han hecho pensar.

Se escribió esa homilía en aquella época en que había aquella discusión sobre si Santa María era la Madre de la Iglesia o no. Y entonces decía su mucho amor a Nuestra Señora y su falta de cultura teológica llevó a un buen cristiano a hacerme conocer cierta anécdota que voy a narraros porque con toda su ingenuidad es lógica en persona de pocas letras. Así empieza San José María para explicarnos lo que va a contar ahora.

Tómelo, le decía esa persona, como un desahogo. Comprenda mi tristeza ante algunas cosas que suceden en estos tiempos. Durante la preparación y el desarrollo del actual concilio se ha propuesto incluir el tema de la Virgen.

Así, el tema. ¿Hablan de ese modo los hijos? ¿Es esa la fe que han procesado siempre los fieles? ¿Desde cuándo el amor a la Virgen es un tema sobre el que se ita entablar una disputa a propósito de su conveniencia? Si algo está reñido con el amor es la cicatería.

No me importa ser muy claro. Si no lo fuera, continuaba, me parecería una ofensa a Nuestra Madre Santa. Se ha discutido si era o no oportuno llamar a María a Madre de la Iglesia. Me molesta descender a más detalles pero la Madre de Dios, y por eso Madre de todos los cristianos, ¿no será Madre de la Iglesia, que es la reunión de los que han sido bautizados y han renacido en Cristo, Hijo de María? No me explico, seguía aquella persona, de dónde nace la mezquindad de escatimar ese título en alabanza de Nuestra Señora.

¿Qué diferente es la fe de la Iglesia, el tema de la Virgen? ¿Pretenden los hijos plantear el tema del amor a su madre? La quieren y basta. La querrán mucho. Si son buenos hijos del tema o del esquema, hablan los extraños, los que estudian el caso con la frialdad del enunciado de un problema.

Y entonces continúa San José María diciendo, hasta aquí el desahogo recto y piadoso pero injusto de aquella alma simple y devotísima. Dice injusto, pues porque no era falta de amor de los peritos del teólogo el discutir los teólogos a veces discuten de temas y bueno...

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