Ayn Rand: Cuando el Individualismo se Vuelve Religión 104451

Adorada por unos, vilipendiada por otros, pocas figuras en la historia del pensamiento despiertan la controversia, la polémica, como lo hace la protagonista de nuestra sección vidas extrañas de esta semana, Ayn Rand.

Nacida Alicia Rosenbaum, Rand escapó del San Petersburgo bolchevique en 1926 y se dirigió a Estados Unidos, donde vio los rascacielos como la voluntad del hombre hecha visible.

Era individualista, tenía un ego bastante complicado de manejar y sobre todo era visceralmente anticomunista.

Así que decidida a poner en marcha su propio sueño americano, Ayn Rand se cambió el nombre, se puso ese nombre en cuanto llegó a la tierra prometida.

Su anticomunismo estaba bastante justificado, a fin de cuentas se quedó muy traumatizada cuando a los 12 años contempló cómo la farmacia de su padre era confiscada por la Guardia Roja.

La farmacia había sido nacionalizada en nombre del pueblo y la familia se había quedado sin nada.

Por eso al llegar a Estados Unidos, los ideales de ese país de libertad, trabajo duro e individualismo la deslumbraron y desarrolló alrededor de sus ideales una filosofía a la que llamó objetivismo, básicamente propugnaba la eliminación de cualquier control de cualquier filtro religioso o político que obstaculizase la búsqueda del propio interés.

Para Ayn Rand por ejemplo, Robin Hood era un villano que simbolizaba todo lo que odiaba porque robaba a aquellos que habían utilizado su voluntad y su ingenio para obtener riqueza y dársela a los que no tenían ni la disciplina, ni la inteligencia, ni el impulso para crearla por sí mismos.

Esto es raro, porque cuando se conoce la filosofía de Ayn Rand, Robin Hood debería de haber sido uno de sus héroes, a fin de cuentas contra lo que realmente luchaba era contra la recaudación confiscatoria del Estado.

No robaba a los ricos para dárselo a los pobres, robaba a los recaudadores de impuestos para devolvérselo a los contribuyentes.

Bueno, eso ya es una interpretación personal mía y Ayn Rand, evidentemente, tenía la suya.

El caso es que tras escribir guiones para la Metro Waldenmeyer, finalmente escribió las dos novelas por las que es mundialmente conocida, El manantial y La rebelión de Atlas.

El arquitecto Howard Rourke, el héroe individualista de El manantial, no retrocede en sus ideales y hace saltar por los aires un proyecto de viviendas porque está construido de forma diferente a su diseño.

En cuanto a La rebelión de Atlas, pues muestra una América distópica en la que los industriales, científicos, inventores más exitosos de la sociedad desaparecen para crear su propia utopía donde puedan vivir a su aire y sin un Estado que se aproveche de ellos.

Vamos, ya sabéis de dónde han sacado los youtubers de Andorra la idea.

Ambos libros, ambas novelas causaron sensación, de hecho La rebelión de Atlas ha sido nombrada por una encuesta como el segundo libro más influyente en Estados Unidos después de la Biblia.

Y bueno, después de sus obras de ficción, en las que estaba muy claro lo que quería dar a entender, llegó su filosofía, el objetivismo.

Se llama objetivismo porque la idea central es la existencia de una realidad objetiva separada de la conciencia.

Así que la moral, la moral no.