Desmantelando EP4: Hacia una economía social diversa y antirracista 25t3l

Desmantelando, un podcast antirracista.

Una producción de Entre Pueblos en colaboración con El Salto.

Tienes que entenderlo.

Nadie pone a sus hijas en un barco, salvo que el agua sea más segura que la tierra.

Nadie deja su hogar, salvo que su hogar sea la boca de un tiburón.

Desmantelando.

Saludos cordiales desde el Estudio Sonocim, en el barrio de Mercanó de Barcelona.

Este es el cuarto episodio de Desmantelando, un podcast que pretende ser antirracista, que pretende incomodar un poquito y que en esta ocasión lo hará enfocando un ámbito muy concreto, el de la economía social y solidaria o la economía alternativa.

Para las que este concepto no les suene mucho, estamos hablando de una economía que pone en el centro el cuidado y el bienestar de las personas y no el lucro, el capital o la riqueza.

La llevan a cabo principalmente cooperativas, asociaciones y colectivos que funcionan bajo criterios de horizontalidad, transparencia, equidad y participación.

Y representan una alternativa y un pulso cada vez más importante a la economía capitalista, competitiva y agresiva.

No estamos hablando de un fenómeno residual.

Según la Alianza Cooperativa Internacional, con sede en Bélgica, más del 12% de la población mundial es cooperativista, de las 3 millones de cooperativas que existen en el mundo, que a su vez dan empleo a un 10% de la población trabajadora.

Y según el Monitoreo Mundial de Cooperativas, las 300 cooperativas y mutuales más importantes del mundo suman un volumen de negocio de 2.4 billones de dólares.

Nada más.

En el Estado Español, ahora mismo, según la Confederación Empresarial Española de la Economía Social, hay 18.941 cooperativas de trabajo asociada, que representan el 5.5% del PIB de España y generan más de 300.000 empleos.

Esas son cifras de lo que podemos llamar economía social.

Para enfocar concretamente la economía social y solidaria, que tiene un componente de transformación social mucho más claro, podemos ver los datos de REAS, la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria, que agrupa a 1.028 entidades y factura 1.300 millones de euros de ingresos anuales.

Tampoco nada mal.

Bueno, lo que nos preguntaremos hoy es si esta economía social y solidaria, que pone en el centro a las personas, pone realmente en el centro a todas las personas.

¿Es suficientemente diversa? ¿Representa una alternativa al mercado laboral capitalista? ¿Construye un modelo que combata realmente la realidad de la racialización del mercado laboral? ¿Qué hacemos para que sea más diversa? ¿Qué hacemos para que sea más antirracista? De todo esto hablaremos hoy, como siempre, con invitadas muy especiales.

Vamos a saludarlas.

Por un lado tenemos a Maritza Buitrago, activista feminista antirracista y cooperativista en Coop57 de origen colombiano.

¿Cómo estás, Maritza? Hola, Berta. Muy bien. Gracias por invitarnos.

Y tenemos a Lamín Batili, cooperativista de origen senagalés, impulsor del sindicato de manteros de Barcelona y de la marca Top Manta.

¿Cómo vas, Lamín? Hola, bien, Berta. Todo bien.

Bueno, vamos a lanzar una pregunta para los dos.

Muy básica, la primera.

¿Qué sería para ustedes dos realmente una economía social antirracista? Una economía social y solidaria antirracista.

¿Quién necesita ese espacio para que sea realmente antirracista? Vale, pues mira, yo creo que cuatro componentes.

El primero es que la economía social, como tú mismo la describiste, se autodefine o tiene una referencialidad en un horizonte de transformación social y en este pulso contra la economía capitalista.

Pues yo creo que la economía social ha de reconocer el hecho colonial como algo presente que se expresa en la sociedad y que es susceptible de que se exprese en las prácticas propias de nuestras instituciones y de nuestras cooperativas y asociaciones.

Por lo tanto, eso supondría reconocerse a sí misma como racista.

Porque claro, nosotras desde el antirracismo venimos muchos años poniendo este tema sobre la mesa y cuesta mucho reconocerte a ti misma o reconocer que tu entidad es racista o que puede serlo.

Si no reconocemos eso va a ser muy difícil cambiar las prácticas.

Lo segundo es que yo creo que hay que reconocer que hay unos privilegios que ostenta la blanquitud hegemónica y que en la economía social es eminentemente blanca y que reconocer los privilegios es el primer paso para ponerlos en juego, que sería lo segundo.

Y lo tercero creo que sería muy interesante que la economía social y solidaria se posicione como aliada del antirracismo, de nuestras luchas.

Yo creo que eso es muy interesante y como cuarto que la propia economía social pueda interpelar a sus propias instituciones.

Porque yo creo que aquí hay como una confusión.

La economía social es un sector potente e importante pero también