Domingo de Ascensión del Señor. 2025 3n1c57

Queridos hermanos, estamos celebrando con inmenso gozo esta fiesta, esta solemnidad de la ascensión de nuestro Señor Jesucristo a los cielos.

Forma parte de este tiempo pascual en el que hemos celebrado y contemplado como Jesús no solamente ha resucitado entre los muertos, sino también durante todo este tiempo ha estado consolando y confortando y sobre todo confirmando en la fe a los apóstoles.

Tal vez esta es la misión más importante que Jesús ha querido en este tiempo pascual, de hecho lo dice claramente, se lo dice a Pedro y algo significativo, Jesús resucitado no está permanentemente como estuvo durante su ministerio público, pensemos que durante el ministerio público Jesús estaba con los apóstoles, convivía con ellos, dormía con ellos, se levantaban, desayunaban, almorzaban. Una vez resucitado, Jesús se aparece eventualmente en algún momento, en algunas circunstancias, pero luego deja de estar con los apóstoles.

Y hay no solamente un claro anuncio de que va a enviar al paráclito, al Espíritu Santo para que los ilumine, sino también un claro anuncio de que Él se tiene que ir, incluso en algunos textos dice que es necesario que yo me vaya, ustedes se pondrán tristes, pero es necesario que me vaya para que el Padre envíe el Espíritu Santo, el paráclito.

Y acá nos genera una gran pregunta, es decir, ¿por qué Jesús se tiene que ir? ¿Por qué tiene que irse Él para que venga el Espíritu Santo? Entendemos que los apóstoles se van a poner tristes porque evidentemente todo este tiempo que estuvieron con Jesús tenían un cariño auténtico y sincero y de pronto cuando Jesús no esté con ellos eso va a generar tristeza, pero Jesús les dice esta tristeza se va a convertir en gozo.

Y es más, les dice que es necesario que Él se vaya pero Él volverá y estará con ellos, con nosotros hasta el fin de los tiempos. Todas estas palabras, estas profecías que Jesús realiza que son medias complejas tienen mucho que ver con lo que es nuestra vida.

Cuando Jesús aparece a los apóstoles la segunda vez que no está Tomás presente y le dice a Tomás ven Tomás, aquí están mis manos, aquí está mi costado, en adelante no seas incrédulo sino hombre de fe, ¿qué dice después? Felices los que creerán sin haber visto.

La fe de los apóstoles se fundamenta principalmente no solamente en las enseñanzas sino en que lo veían, lo palpaban, es decir, Jesús era vivo, estaba constantemente con ellos.

Y una vez resucitado ya Jesús empieza a aparecer de otra manera y después de la ascensión la presencia de Jesús es una presencia totalmente distinta.

Y esto es la clave de nuestra vida con la Iglesia, nuestra vida en relación con Dios y esta vida que tiene como fundamento una de las virtudes teologales que es precisamente la fe.

Nosotros tenemos fe aquí en la Tierra porque creemos lo que Dios nos ha prometido pero en el cielo no tendremos fe, la única de las tres virtudes teologales que permanecerá en el cielo es el amor.

La fe y la esperanza van a desaparecer porque la fe es creer aquello que Dios nos ha revelado, en el cielo vamos a poseer eso y la esperanza es esperar lo que nos ha prometido y en el cielo vamos a alcanzar aquello que esperamos.

Por eso la fe y la esperanza en el cielo desaparecen.

La única virtud teologal que permanece es el amor, la caridad.

Por eso cuando Jesús les anuncia a los apóstoles que es necesario que él se vaya les está enseñando y nos está enseñando a nosotros a fundamentar nuestra fe no en lo sensible, no en lo corpóreo, no en lo físico.

Pensemos en todo lo que tienen que haber vivido los apóstoles porque de pronto ese Jesús que estaba con ellos, que eventualmente los defendía, que los alentaba, que los acompañaba, que los sostenía, que los iluminaba de pronto deja de estar.

Pensemos la iglesia en el cenáculo, están los apóstoles y está María con ellos pero sin embargo tienen temor de ir a predicar a Cristo, Jesús ya no está con ellos.

Jesús les enseña que él sigue estando presente