
Ley Antitabaco: el nuevo paternalismo barato del Estado 291r2x
Descripción de Ley Antitabaco: el nuevo paternalismo barato del Estado 2f3o4x
La nueva Ley Antitabaco no trata de salud. Trata de control. El Gobierno ha vuelto a recurrir a una de sus herramientas favoritas: la expansión del poder estatal bajo el disfraz de la salud pública. Prohibiciones en terrazas, playas, coches y espacios abiertos; una ciudadanía infantilizada; y la retórica del bien común como coartada para legislar contra su libertad. En este programa analizamos el verdadero sentido de la nueva cruzada contra el tabaco: un ensayo de obediencia social y un paso más en la construcción del Estado terapeuta. 🔴 SUSCRÍBASE: https://www.youtube.com/@UCNwQpP_dtj_8zKuBkOiO-5Q 📲 También estamos en: Instagram: https://www.instagram.com/elpuntoancap/ TikTok: https://www.tiktok.com/@elpunto.ancap #LeyAntitabaco #EstadoTerapeuta #paternalismo #saludpública #libertadindividual #elpuntoancap ¿Quieres anunciarte en este podcast? Hazlo con advoices.com/podcast/ivoox/2540843 36ou
Este contenido se genera a partir de la locución del audio por lo que puede contener errores.
El punto ANCAP No se sabe bien si, a fin de desviar la atención de sus corruptelas gubernamentales, pero hace escasos días el gobierno volvía a sacar al cuadrilátero una de sus cruzadas morales particulares, la nueva ley antitabaco. El texto definitivo sobre la ley será presentado en los próximos meses pero ya conocemos ciertos detalles de la misma. Por un lado, la prohibición de fumar en playas, terrazas, campus universitarios y vehículos de trabajo. Y por otro, la ciencia como respaldo universal que entra siempre en el cajón desastre en el que cabe todo lo que el gobierno de turno quiera regular. La premisa habitual de que todo es por nuestro bien, claro. Y por si no fuera suficiente, de nuevo se habla que la ley podría venir acompañada de una nueva subida de los impuestos al tabaco, no sea que aún haya algún fumador que no haya entendido la indirecta del Ministerio de Sanidad. Mientras tanto, en ciudades como Milán ya van por delante en lo que a recortar libertades se refiere y desde principios de este año se ha prohibido fumar incluso en la calle.
Al Estado ya no le basta con decirnos cómo vivir, sino que ahora también necesita controlar el cuándo y dónde morir. Pero no se preocupe, pues esto no es autoritarismo, es salud pública. Una vez más, el poder político disfraza su hambre de control y expansión y esta vez nos la vende como salud pública, con palabras como bienestar, prevención o colectivo. Y como no podía ser de otra manera, los valedores del bien común y los derechos autoadquiridos aplauden una medida que de nuevo nos trata como niños incapaces. Pero claro, sabiendo que hay estados de por medio, más nos vale que esperemos lo peor. Dados los niveles de expansión actuales, el Estado ya no necesita castigar directamente, sino que a través de propaganda y verborrea cientifista consigue una población dócil que avala cualquier medida liberticida si está bien envuelta en conceptos como el bien común, el bienestar o la salud pública.
El psiquiatra Thomas Szath explicó en su libro El estado terapéutico cómo hemos pasado del Estado opresor al Estado terapeuta. Y este es el fundamento principal de este tipo de leyes, el poder ya no encarcela por romper las reglas, sino que ahora nos previene, nos acompaña, nos orienta y, de ser necesario, nos corrige. El paternalismo sirve como correa de transmisión para los delirios del Estado y si la población no obedece, analogía del padre sobre protector mediante, lo hará a la fuerza. Ya sea propia o ajena, con la excusa de la salud, el Estado decide qué conductas son adecuadas para el ciudadano aséptico e inmutable que debe evitar todo aquello que opera fuera de los márgenes estatales. Los outsiders son ahora aquellos que quieran acompañar con un cigarro la cerveza en la terraza. Los nuevos extremistas son hoy los que pretenden fumarse un cigarro en el polideportivo tras la pachanga de los domingos.
Pero como toda medida liberticida, las contradicciones e incongruencias son infranqueables. Y ejemplo de ello es que tenemos un gobierno que ha despenalizado el consumo de drogas dentro de un coche por tratarse de un espacio privado, pero pretende castigar al padre que tenga la ocurrencia de fumar frente al colegio mientras espera a su hijo. No vaya a ser que el niño vea algo que no debe. La hipocresía estatal no conoce límites. Por un lado se nos dice que el tabaco es un problema de salud pública, pero por otro no lo prohíben. Y es que el Estado recauda más de 8.500 millones de euros al año gracias a los impuestos derivados de la venta del tabaco. Pero es que además, y haciendo gala de nuevo de la hipocresía, se estima que el gasto sanitario derivado del tabaco oscila en torno a los 30.000 millones de euros anuales. No se entiende entonces por qué algo tan dañino y que consume tantos recursos
Comentarios de Ley Antitabaco: el nuevo paternalismo barato del Estado 4c5q14