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Relatos Sexuales Liberales
Rosa, Sometida y torturada p10. SM

Rosa, Sometida y torturada p10. SM 5gs8

8/6/2025 · 14:32
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Relatos Sexuales Liberales

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Rosa, Sometida y torturada parte 10. Mi encuentro con un monstruo considerado un Dios. si quieres y gustas aportar al canal puedes arnos por o el pay pal [email protected] paypal.me/relatossex fuente / autor https://www.todorelatos.com/relato/202665/ i5a5b

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Rosa, sometida y torturada parte 10.

Mi encuentro con un monstruo considerado un dios.

Nos quedamos todos asombrados de ver la comitiva que se acercaba hacia donde estábamos. Aunque no por eso don Gustavo dejó de apretar mis hinchados pezones por debajo del vestido.

Ver a un árabe con una túnica blanca, adornada con detalles en rojo y bordada en oro, andando hacia donde estábamos. Podía pasar, pero ver a cuatro negros enormes en traje de gala de su país, llevando lo que parecía un ataúd y siguiendo al árabe, ya rayaba en lo paranormal.

Los negros vestían unas faldas blancas, que les llegaban casi hasta los pies, pero lo que llamaba la atención era el chaleco verde con adornos iguales al paño que cubría la caja que llevaban. Con las cabezas completamente rapadas y con parte del pecho y los enormes brazos al descubierto, más parecían sacados de una película de piratas turcos. Por mi cabeza pasó la idea de que esa caja era para introducirme y así poder sacarme sin ser vista por nadie.

Por la forma de llevarla no parecía pesar mucho. Don Gustavo me dio un guantazo en el culo para que me levantara y se puso de pie para salir a recibir a su invitado, que lo recibió con una reverencia, llevándose la mano a la frente y posteriormente al pecho, inclinando la cabeza.

Buenas tardes, Excelencia. Es un placer para nosotros contar con su presencia. El honor es mío por ser recibido en su bonita mansión, pero dejemos los cumplidos y vamos a por lo que interesa.

He venido a llevarme a esa perra infiel a mi país para hacerla una sacerdotisa de la diosa que hemos traído para presentarla. El árabe siguió contando cosas de su país, que limitaba con Nigeria y no era muy conocido. Su principal medio de vida era la agricultura y la ganadería.

En su país las serpientes son sagradas y se castigan muy severamente a quien ose hacerles daño. Son veneradas por la aportación que hacen, eliminando a pequeños y no tan pequeños roedores, evitando así que se coman las cosechas. Yo no comprendía nada de a qué venía contar todo eso.

A la putita esta ya tuve el placer de conocerla en el local de Barcelona. Desde entonces me ha rondado la idea de que ha sido elegida para servir a mi diosa. Mucho hablar de sacerdotisa y de diosa, pero seguía sin comprender nada. Espero que lleguemos a un acuerdo y salgamos ganando los dos. Don Gustavo, cogiéndome del brazo, me acercó hasta el moro diciendo.

El acuerdo es muy sencillo. Me das por ella un millón de euros y te la puedes llevar ahora mismo.

Salaudin se quedó sorprendido por la cantidad pedida, cambiando su cara de sonriente como había llegado a tornarse seria mostrando enojo. ¿Tienes idea de la cantidad de mujeres que puedo comprar en Nigeria con un millón de euros? Sí, pero ninguna como esta perra, que podría ser el complemento perfecto en el templo de tu diosa. Salaudin hizo un gesto y los cuatro negros se adelantaron con la caja, dejándola en el suelo delante de nosotros. He de comprobar si lo que tanto pides merece la pena.

De acuerdo, puedes hacer las pruebas que desees, pero ya hay quien está interesado en ella y no debes estropear a la putita esta. No iba a tardar en descubrir todo el misterio, ya que levantaron el manto de encima de la caja, dejando esta al descubierto. Lo que parecía un ataúd no era otra cosa que una caja de algún material transparente con cuatro asas, pero lo que realmente me produjo terror fue lo que contenía la caja. Don Gustavo y su gorila dieron un paso atrás sorprendidos y yo me quedé petrificada, sin poder mover los pies del suelo.

Dentro de la caja había la serpiente más grande que yo había visto en mi vida y había visto unas cuantas, en un viaje que hice por el Cuerno de África cuando mi hijo aún era un bebé. Normalmente a mis esclavas se les suele atar de pies y manos a esas anillas que hay en las esquinas. Como podéis ver en la parte superior hay una trampilla corredera, que no es casualidad que coincida con la altura a que quedan los pechos. Yo no tenía ojos nada más que para la enorme serpiente que contenía la caja. Ni me había fijado en la trampilla ni mucho menos en las anillas de las cuatro esquinas. El árabe continuó con sus explicaciones de para qué servía esa trampilla.

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