Jueves 5 de junio – Juan 17, 20-26. ¡Que sean completamente uno! 2n21l

Que sean completamente uno.

Una de las últimas cosas que Jesús ora al Padre en presencia de sus apóstoles es el don de la unidad.

Mirad, el demonio es el padre de la mentira y porque es el padre de la mentira es el causante de las divisiones, de las fracturas, de las separaciones.

El demonio consigue que las diferencias nos separen.

Y sin embargo Jesús, viendo venir todo lo que iba a ser la historia de sus discípulos a lo largo de los siglos, y él claro que vio venir que iba a haber una iglesia católica, otra ortodoxa, otra protestante, una iglesia de no sé qué, dice, padre que sean completamente uno.

Para que el mundo crea que tú me has enviado tienen que ser uno.

Nosotros los cristianos, porque estamos en comunión con Dios, tenemos en común una naturaleza sobrenatural que se nos da en el bautismo, también estamos en comunión con los hombres porque tenemos una naturaleza humana en comunión con todos ellos y somos instrumentos de unidad.

Tenemos que hacer que nuestras diferencias no nos lleven a despreciarnos, no nos lleven a enfrentarnos, no nos lleven a hacer grupos sectarios, como si fueran guetos, todo lo contrario, la diversidad es muy enriquecedora.

Nosotros no podremos comulgar con el error, nosotros tendremos que afirmar la revelación de Jesús, pero todo eso desde el amor, sin imponer, sin violentar, sin castigar, proponiendo.

Hoy es un día precioso para que nos preguntemos si construimos unidad, y ya no solo me refiero a la fe en una dimensión sobrenatural, yo no puedo hacer nada personalmente, a lo mejor por unir las iglesias más que rezar por ello, pero construyo unidad en mi familia, voy con cuentos diciéndome mira lo que ha hecho esta, mira lo que ha dejado de hacer, te has enterado, incido mucho en lo negativo y remarco sobre todo las diferencias, olvidándome de que son tantas cosas las que tenemos en común, sobre todo dentro de la familia, vivencias, historias, antepasados, proyectos, porque realmente Dios nos llama a construir la unidad, es voluntad de Dios que allá donde estemos nosotros, procuremos que no haya divisiones, que no haya fracturas, que no haya bandos, que no haya yo soy de este, yo soy del otro, sino todo lo contrario, por supuesto construir la unidad después en nuestro trabajo, en nuestra comunidad parroquial o en nuestra hermandad o en nuestra realidad eclesial donde vivamos la fe, es bonito que seamos personas como que unen y que seamos capaces además de hacer que haya un entendimiento, que haya una comunión por lo menos en el afecto y en el amor, somos capaces de amar a otros aunque piensen diferente a nosotros, somos capaces de amar a otros aunque hagan cosas distintas de las que hacemos nosotros o que entiendan la vida incluso desde otra filosofía, otra religión, otra perspectiva, no nos podemos nunca poner en la situación de la superioridad, si le amo mucho porque está muy equivocado, pobrecito, sino desde el fondo del corazón con sinceridad y creo que esto es un reto para todos nosotros, ser constructores de unidad porque Jesús oró al Padre diciendo Padre que sean completamente uno, como tú y yo somos uno.